Cruel destino sin retorno

12/08/07

Me encuentro en el campo de batalla, rodeado de guerreros que lucharán a muerte por una pequeña esperanza de sobrevivir, y, ¡me encuentro tan sólo! Tomás, mi mejor amigo desde aquella disputa que tuvimos en el lodo con 11 años, se encuentra a mi lado, pero sé que ahora lo único que puedo hacer es rezar porque el filo de mi arma esté bien afilado, una vez la tormenta se desate el caos se impondrá a todas aquellas instrucciones que nuestros superiores han tratado de darnos.

Enfrente, el enemigo, tres veces más numeroso. Es eminente nuestra derrota, el futuro está escrito con letras rojas antes si quiera de comenzar esta maldita guerra.

En nuestras filas, se siente la descomposición, el miedo se deja oler gracias a los nervios que aflojan nuestras tripas, y a la alimentación a base de judías que llevamos padeciendo desde que comenzamos el viaje a nuestro destino sin retorno.

Miedo y sudor frío impregnan la atmósfera.

¡Me siento vacío! Me duele la tripa. Tengo la cara encajada en una mueca inexpresiva, ojos que revelan mi temor y tristeza. Mi corazón bombea sangre que no llega a su destino, las correas de mi coraza están tan apretadas que me cortan la circulación.

Siento una gran resignación, mi hora ha llegado, dejaré esta vida para reunirme con mis antepasados.

Me compadezco de ser guerrero en batalla perdida, de sentir que he malgastado años de mi joven vida. Los enemigos se abalanzarán sobre mí, y yo sé que voy a morir, ¿por qué luchar? Mil recuerdos pasan por mi cabeza intentando dar sentido a todo.

Ojos en blanco... Escucho los fantasmas de otros, que como yo hubieron luchado en este mismo lugar por causas incluso más patéticas que está... Me llaman, oigo sus silenciosos chillidos, oigo el sonido de aquellas espadas cruzándose, oigo las trompetas de los cuatro jinetes del apocalipsis que me despiertan y me lanzan a la dura realidad.

La puedo ver tan claramente cortando con su guadaña la cabeza de los primeros que que tuvieron la suerte, y desgracia, de estar en las primeras filas del combate que se ha desatado hace unos pocos segundos. La veo tan resplandeciente, tétrico ente que espera con impaciencia que me reuna con él. Dosis de adrenalina cuando las primeras gotas de sangre emanan directamente a mi rostro, y avanzo hacía ella... deseando y temiendo alcanzarla. Me mira, no con sus ojos, no tiene ojos, pero siento sus cuencas vacías observando mis movimientos. La muerte, la abrazo y me sumo en la más profunda oscuridad.

SUNK IN DARKNESS