El cielo comenzaba a oscurecerse, aquello que antes estaba bañado por luz empezaba a perder sus sombras y se sumía lentamente en la oscuridad. Las hordas de la noche comenzaban a agitarse nerviosas en sus sueños e iban amaneciendo lentamente hasta que la llamada se hizo urgente abriendoles por completo los ojos, ojos adaptados a la negrura del vacío resplandecientes en una gran gama de colores. Grandes y pequeños entes iban acercándose a la colina donde les aguardaba aquello que les había inconvocado, que había hecho desaparecer el sol, ni aquel poderoso astro apreciaba aquella presencia y no se atrevía a iluminarla.
El flautista de Amelín le llamaban, sin embargo no era una flauta aquello que sostenía con evidente tosquedad entre sus manos, sino un enorme cuerno de carnero. A través de su capa se apreciaba que no era del género humano, mas tampoco existía animal parecido a él, quizás estaba en camino de degenerarse en alguna de esas dos formas de vida. A pesar de que su indumentaria ocultase casi todo su cuerpo, se entre veían unos pies y manos peludas que terminaban en unas estrechas y afiladas garras; su boca compuesta por unos labios finos y unos dientes alargados le daban aspecto de ferocidad. Mantenía erguidos su 1 metro 90 de estatura y aún así parecía que estaba encorbado. Se llevó el cuerno a los labios una vez más, llenó sus pulmones y lentamente los fue vaciando. Un sonido potente y grave resonó en aquel paisaje, el viento se llevaba la funesta melodía a parajes lejanos, el eco a su vez retumbaba en las paredes de las montañas vecinas.
Un lobo levantó sus orejas de golpe orientandolas hacía la procedencía del sonido, sus pasos se desviaron hacía ella, y velozmente se dirigío al origen de la llamada.
La Llamada
SUNK IN DARKNESS