Perdida iba, andando sin rumbo, sumida en mis obsesivos pensamientos. No recuerdo como me vi allí, en aquel desierto de arena llameante. Mi vista se había nublado por el paso del tiempo, mis pies estaban agrietados de tanto caminar, mis ropas parecían mugrientas, y mis labios me recordaban con agudas punzadas mi insaciable sed.
No recuerdo de donde sacaba las fuerzas para seguir caminando, sin embargo sabía que detenerme sería mi fin. Una y otra vez me parecía reconocer elementos de mi camino, pero lo cierto era que jamás había pasado por allí.
Mi mente comenzaba a desvariar, ya ni siquiera mis obsesivos pensamientos se dejaban oír, sólo la letanía de ultratumba conjugada con un 'voy a morir' se repetía. No paraba de ver espejismos donde sólo había arena. Justamente cuando perdí toda esperanza de seguir un minuto más con vida, justo cuando me resigné a creer que lo que el destino tenía reservado para mí era la muerte, te encontré a ti, mi preciado Oasis.
Tú me diste la vida cuando estaba al borde de la muerte, tu manantial era ambrosía a mis labios... jamás podría agotar mi sed de ti. Hubiese sido inmensamente feliz de nutrirme sólo de tus dátiles de miel a mi paladar, de guarecerme del sol bajo las sombras de tus palmeras. Gracias a ti se curo mi mal gastada piel, y mi alma. Mi mente empezó a pensar que había encontrado mi hogar, y mi corazón se aceleraba de alegría por tan inesperado encuentro.
Mas un Oasis no deja de ser un lugar de paso, ¿no? Ojala hubiese podido quedarme eternamente junto a ti, mas creo que tú sólo me veías cual parásito... alimentandome, viviendo a tu costa. Quizás es cierto que no me había ganado la entrada a mi particular Edén. Nuevamente anduve por el infierno de arena, y no sé como mis pasos me llevaban siempre una y otra vez a ti, para acabar siempre sintiendo que no estoy a la altura de ti, mi preciado Oasis.
Fuiste y serás siempre mi remanso de paz.
Yo, Dromedario
SUNK IN DARKNESS