Mi diablo y yo

28/07/07

Bajo esta apariencia, en lo más profundo de mí, existe un pequeño duende, un duende con sonrisa maliciosa, un duende con ideas que espero que mi consciencia someta. Es un duende, duende con apariencia macabra, con una sonrisa perpetua, una sonrisa que revela los pensamientos de su mente retorcida. A veces, cuando sonríe, se puede divisar, si estás muy atento, como se metamorfosea y se convierte en monstruo. En Diablo se transforma, pero en vez de adoptar una postura elegante como el resto de esos seres oscuros que tanto me ha atraído desde mi infancia, sigue con esa sonrisa, sonrisa enajenada, con esos ojos brillantes que sólo se pueden ver en un psicópata el segundo antes de cometer el asesinato.

Mi diablo interior con su sonrisa, con sus rojizos ojos ante la idea de una posible matanza, de ver emanar sangre a borbotones, se muere de impaciencia por ser revelado. Y aunque, cuando está más sosegado, sólo tiene apariencia de duendecillo irlandés, lucha cada vez con más intensidad por ser el ente dominante en mi subconsciente.

¿Es locura? ¿Demencia? Dentro de mí, late algo oscuro, algo que ansia romper con todas las normas éticas y de moral por tanto tiempo impuestas.

Mi consciencia, mi idea de lo bueno y lo malo, ha puesto grilletes a mi bestia interior. ¿Seré capaz de mantenerlos toda una vida? ¿Quiero encarcelar a una parte de mi de por vida? A ese instinto primario que hace que el hombre sea animal.

Me diagnosticaron apatía, quizás no sepa lo que quiero, pero sí sé lo que no quiero. Sería una lista tan sumamente larga, hay tantísimas cosas que me molestan, que me enervan, que me enfurecen... y el 90% de las veces hago ver que no me importan.

Concedo gran importancia a las cosas que no la tienen, y resto importancia a las que sí la tienen. Soy una persona de carácter fuerte, dominante pero resignada. Siempre hago todo lo posible por conseguir lo que quiero. Si una cosa no sale como quiero, me sumo en un estado obsesivo de angustia. Sólo una ventana me lleva a un nuevo camino, puesto que jamás veré que la puerta está abierta.

Muero por tenerte, por conseguirte, cuando lo haga tú carecerás de importancia. Ahora que, cuando te pierda daría mi vida por volver a tenerte.

Si sigo encerrándome en mí, quizás, sólo quizás, ganará un día ese pensamiento sombrío en el que me digo que todo carece de sentido, que sólo sufro, que solo hago sufrir, y que sólo veo sufrimiento entorno a mí. Mi depresión va en aumento. Soy consciente del mundo que me rodea y la mayor parte de las veces sólo veo lo negativo. Un día acabaré por no aguantarlo más y me suicidaré en un pequeño rinconcito de mi cuarto, con una música apropiada para el momento. Sin manchas de sangre, sin arrepentirme... una copa de vino, y algún veneno tranquilo con el que llegar al más hermoso y terrible de los sueños...

... y alcanzaré la Ciudad de Plata. Tan preciosa y resplandeciente como siempre, tan sombría y oscura. Construida en ese estilo gótico que impone respeto a aquellos que tengan la virtud de verla no como construcción compacta, sino como un montón de piedras impregnadas de sangre y sudor de aquellas personas que dieron mucha de su salud por algo que representase el símbolo en el que creían.

Veré las torres agudas terminadas en largas agujas de metal, cual preciosos cuchillos resplandecientes, perfecto lugar para empalar a todos aquellos, que como yo, no hacen más que entre pequeños suspiros odiar este mundo sin hacer nada para cambiarlo. Son estos quienes merecen la muerte, y yo la ansió, pero no me atrevo a precipitarme a buscarla. Cual borrego sigo en este juego de monopoli, asqueándome de mí, y mirando al resto con repugnancia. Algún día mi demonio interior se desatará, y pobre de aquel que se cruce en mi camino.

SUNK IN DARKNESS